luego de admirar la obra tributo a camilo mori me dirigí hacia otra galería de alonso de cordova que me provocaba curiosidad y que había oído hablar y pensé tengo que verla! fue entoncés cuando entre en la galería animal en la que se encontraban la sala cero 1, 2 y 3
La muestra maquina mediante la representación pictórica la común confrontación crónica y a veces dolorosa de la mujer con su auto-imagen. Representa la lucha entre el cuerpo sentido y su imagen reflejada. Así, la presencia de comida en los retratos responde a la necesidad de hacer evidente el conflicto expuesto sobre trastornos con la imagen propia como serían los denominados "desordenes alimenticios". Estos cuadros encarnan el sufrimiento de una mente rumiante y de ideas obsesivas con algo tan ordinario y normal como lo es el alimentarse cada día. Algo que, por orden lógico, no debiera constituir angustia alguna si se poseen los medios para obtenerlo.
Por medio de estos retratos, la pintora desea transmitir una molestia continua creada mediante una imagen que se podría calificar de grosera. "Creo que el modelo elegido se encuentra en ese límite ya que no alcanza a ser asqueroso ni terrible, tan sólo puede causar un poco de molestia. Sin embargo, la repetición y constancia de este modelo logra que esa pequeña molestia sea continua y se vuelva crónica", agrega Kovačić.
Según el Premio Nacional de Arte (2001), “esta muestra se podría catalogar como una especie de retrospectiva menor”. Tal como lo dice el título de la exposición, su obra la atraviesa la temática de la melancolía, estado anímico que constantemente ha abordado. “Siempre he trabajado con la melancolía, pero la melancolía filosófica en el sentido que el demonio fue expulsado del paraíso y por eso él es el gran melancólico”, explica Opazo para el cual “el arte y cualquier trabajo que se haga, si se toma de forma trascendente, es una manera de oración”.
La muestra permitirá atravesar sus más diversas etapas pictóricas y temáticas. “Mi figura humana fue inicialmente abstracta hasta que se fue consolidando y comencé a poner ésta en situaciones. Luego apareció el antropomorfismo propiamente tal época en la que nace la obra Los Humanos. Aparecen las cajas donde no se sabe si la figura entra o sale de ellas, y los altares para defenderse de la melancolía. Luego de una crisis que sufrí al buscar el absoluto, nace la pintura más gestual que habla del hombre inmediato. Me metí más en lo circunstancial y comencé a hacer la serie de deporte, poniendo a los deportistas arriba de un altar como si fueran una escultura, contrastando la parte tectónica con la otra más suelta”, comenta Opazo sobre su obra. En los años 90 el artista aborda el mundo que rodea al personaje mitológico griego Dionisio y su figura humana pierde su contorno insertándola en la naturaleza y el paisaje.
Mientras trabaja, el artista nacional se va nutriendo de la literatura que está leyendo de autores como Thomas Mann, T. S. Eliot o Marcel Proust, y escuchando música, especialmente tangos y boleros. Así, el hombre, que juega un rol protagónico en sus telas, se va encontrando con los más diversos escenarios donde “el color está supeditado a la imagen”. El poeta, ensayista y crítico de arte argentino Aldo Pelegrini, muy amigo del artista, decía de su obra: “no es pintura es poesía pintada”.